Por pastor Hugo Tobar
Ministro Colaborador de CCSI
Hoy
termina el penúltimo mes del año; como si nada llegamos a encontrarnos a
31 días antes de finalizar el 2012. Desde hace un par de meses el
sentimiento de estar cerca de este final fue perceptible con la
culminación del ciclo escolar y naturalmente en las últimas semanas con
la variada exposición de decoraciones navideñas en las calles y en el
interior de espacios comerciales.
Dentro de las empresas, se ha venido preparando el chip de
planificar para el siguiente año, con un sentimiento compartido de un
nuevo inicio; organizando planes, expectativas y propósitos que dan
forma, en nuestra mente, al nuevo año que se aproxima. Este es un buen
momento para analizar los resultados obtenidos en este año, así como
todas las lecciones que ha dejado para cada uno de nosotros. De este
análisis seguramente surgirán las nuevas ideas que alimentarán los
objetivos del próximo año. Como ya es tradicional que mencione, esto se
aplica tanto en nuestra vida profesional como en la personal; y es
tradición, también en el área personal, que al terminar diciembre todos
tengamos metas para el siguiente año, sabiendo que la gran mayoría de
nosotros no llegaremos a verlas todas cumplidas al final.
Entonces,
sería válido pensar que no es necesario hacer largas listas de
objetivos, que al final pueden parecer más sueños que metas realistas,
sino tal vez sería mucho más efectivo pensar dos o tres objetivos
concretos que estemos determinados a cumplir; y que no solo se queden en
una frase soñadora, sino que sean parte de un plan estructurado con los
pasos que tenemos que dar para llegar a cada meta planteada. Es por
ello que para lograr tener una planificación adecuada es necesario que
seamos capaces de visualizar exactamente cómo se verá el éxito, de tal
manera que si nos vemos tentados a flaquear durante el camino
hacia él, podamos volver a sacar fuerzas de nuestro interior por medio
de esa visión de la cual ya nos apropiamos y queremos que se convierta
en nuestra realidad.
Así
que, contamos aún con 31 días para pensar bien qué es lo que queremos
realizar durante el próximo año; planificar nuestras acciones y
apropiarnos de la visión del éxito que estamos dispuestos a alcanzar.
Cuanto
de esto podemos aplicarlo al sentido personal, familiar y de grandes
implicaciones para la vida ECLESIAL. El no hacerlo es caer en la
improvisacion y no pagar el costo de la organizacion efectiva. Es
descansar en Dios pero actuar tambien de nuestra parte. Ustedes podran
agregar lo que desean o disentir al respecto.,Saludos; Con el aprecio y carino de siempre
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